Breve historia de las superficies de césped

Se denomina césped a las praderas conformadas por especies generalmente de la
familia de las gramíneas y que son capaces de reunir tres características fundamentales
como son:

  • soportar siegas sistemáticas y frecuentes
  • resistir el pisoteo y el arrancamiento
  • ser capaces de formar un tapiz verde continuo compacto y uniforme

Según los historiadores, aunque las pruebas de la existencia de céspedes antes del
nacimiento de Cristo son escasas, ya había céspedes en los jardines de los persas, griegos
y romanos. También se sabe, que los primeros céspedes ornamentales se diseñaron en
Italia y Francia, siendo los famosos céspedes británicos imitaciones de aquellos.
Los primeros céspedes se formaron en el interior de los castillos, eran zonas de
descanso de la nobleza, zonas aseadas que no tenían nada que ver con la suciedad
imperante en las aglomeraciones humanas de la época. Ya en esta época se hacía una
distinción entre el césped ornamental y el usado para diferentes juegos practicados por la
nobleza. En esta misma época también empezaron a formarse céspedes en los interiores de
los monasterios, en las zonas de los claustros.


En el siglo XV, en Inglaterra, empezaron a generalizarse los céspedes ornamentales
como signo de riqueza, con grandes montículos herbosos, senderos tapizados y pistas
deportivas para jugar a los bolos.


La introducción a principios del siglo XVII de las siegas al ras permite mejorar el
aspecto de los céspedes. Esta técnica se introducirá gradualmente en el continente desde
Inglaterra.

A principios del siglo XIX, gracias al auge que se vivió en Europa con la revolución
industrial, ya eran innumerables los jardincillos en los que se cultivaba el césped pero la
siega de este resultaba una labor difícil al tener que realizarse a mano por medio de
guadañas.

Fue en el año 1830 cuando Edwing Budding, que trabajaba en una fábrica textil de
Inglaterra, inventó la segadora cilíndrica que era una adaptación de una máquina que
recortaba la ropa fabricada en su lugar de trabajo. Dos años más tarde ya estaban a la
venta, y el mantenimiento del césped perfectamente segado pasó a ser un trabajo
relativamente rápido y cómodo. Más tarde, en la década de 1860 llegó a Europa procedente
de América la segadora provista de una sola cuchilla en espiral, junto con la revolucionaria
idea de dejar sobre la superficie del césped los restos segados, pues se decía que así se
mantendría mejor la humedad del césped en los cálidos veranos, en contra con lo realizado hasta entonces (se recogía la parte segada a mano) y lo que se realiza hoy en día (las
segadoras se encargan de recoger los restos).

Pronto aparecieron, a mitad del siglo XIX, las segadoras tiradas por caballos, para
evitar el arrastrarlas a mano y en 1893 la máquina de vapor. A principios del siglo XX los
más potentados ya segaban los céspedes con segadoras a gasolina, pero para el jardinero
normal, el adelanto más importante fue la introducción en la década de los 60 de la segadora eléctrica.


Paralelamente a la invención y desarrollo durante el siglo XIX de las segadoras, se
inició la investigación y selección de aquellas gramíneas que se adaptasen mejor a este tipo de cultivo. En América, los primeros experimentos se iniciaron en 1885 y ya se demostraba que para crear céspedes suntuarios las mejores especies eran las de los géneros Agrostis y Festuca. Estas investigaciones surgieron gracias a la pasión por el golf y a partir de entonces empezaron a proliferar centros de investigación por los Estados Unidos y más tarde en la Gran Bretaña.


Los céspedes incluyen generalmente especies de la familia de las Poáceas (antiguas
Gramíneas) y normalmente se siembran mezclas de varias especies o variedades para dar a
la mezcla mayor capacidad de respuesta frente a agentes externos. Hay 2 especies,
Dichondra repens y Trifolium repens, que aun no perteneciendo a la anterior familia botánica, puede formar así mismo superficies cespitosas, debido a su crecimiento estolonífero.


Dentro de las especies de la familia de las Poáceas existen dos grandes grupos,
aquellas que se desarrollan perfectamente en clima templado y por tanto sufren con el calor y la sequía (llamadas especies C3) y otro grupo de clima subtropical que sufren con los rigores invernales (especies C4), entrando en esa época en latencia y perdiendo en muchas ocasiones el color verde, y adquiriendo un aspecto pajizo.


En los últimos años, se está desarrollando una industria paralela a la de las especies
cespitosas, la del césped artificial o sintético. Este tipo de superficies nunca podrá competir
con el césped natural en cuanto a sensación de frescura y uso, pero tiene unas innegables
ventajas, como es el bajo nivel de mantenimiento requerido (sobre todo en cuanto a
necesidades hídricas) que lo hacen ser no desdeñable.

Bibliografía básica
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Monje Giménez, R. J. 2008. Céspedes ornamentales y deportivos. Ed. Junta de Andalucía.
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